¿Premiar o no premiar?
La dinámica que generan los premios provoca que el niño los busque por encima de otros objetivos. Lo que los otros piensan se convierte en lo más importante para él. Como una madre explicó: “Premiar a tus hijos los hace sentir que tú eres el juez, así que ellos no aprenden a examinar objetivamente su trabajo”. Cuando esto pasa, ellos trabajan para que los demás los aplaudan. Si los aplausos son el objetivo, la creatividad desaparece.

Premia el esfuerzo con amor. “¡Te felicito por tu esfuerzo!” “¡Debes de sentirte bien por haber terminado tu tarea!” Sin embargo, es muy importante explicarles que lo que las otras personas piensan no es tan importante como lo que ellos piensan.
Está bien que des tu opinión y compartas tus críticas constructivas, pero siempre después de que ella/él haya dicho lo que opina. Con su propia opinión, elaborada, es más fácil que valoren la tuya.
Los padres que nutren cuelgan el arte de sus hijos en la casa, los escuchan practicar música, mandan sus cuentos a su abuela. Proveen lecciones, herramientas, equipos de trabajo y oportunidades.
Una madre expresó: “Mi hijo está lleno de intereses, ¿por qué debería forzarlo en una dirección que no quiere tomar?” Un adolescente que tiene una buena relación con sus papás contestó: “Yo sé que no me van a forzar a hacer algo que no quiera hacer, entonces, ¿por qué se molestarían en decirme algo si realmente no creyeran que es importante?”
Y tú... ¿cómo premias a tus hij@s?
Llamas, Alejandra. El arte de educar: Técnicas de coaching para guiar a nuestros hijos (Spanish Edition) . Penguin Random House Grupo Editorial México. Edición de Kindle.